17 de diciembre de 2013

Un buen entrenamiento es labor de todos

Un buen entrenamiento es labor de todos. Por José Ángel Guedea Adiego.

Estoy desmotivado, me dice un alumno al final de una clase cuando encuentra que no se ha entrenado todo lo bien que esperaba, porque no han venido algunos de sus compañeros.

Y es que, víspera de un puente, semana de exámenes, compromisos familiares, celebraciones… a veces se juntan distintas situaciones y nos faltan los alumnos.

Cuando un judoka no acude a entrenarse solo piensa en su motivo que le ha hecho faltar, y en lo que influye en él su falta en la sesión, pero no se da cuenta de cómo su ausencia pueda influir en el entrenamiento de sus compañeros y en del grupo.

Evidentemente en la vida del judoka hay prioridades y si está en la edad, su obligación primera es estudiar y si adulto, cumplir con sus obligaciones en el trabajo y con su familia.

Si le preguntas, alega que tiene que organizarse, que tiene que estudiar o siempre tiene alguna excusa familiar cuando no viene a entrenarse.

Lo que nunca piensa es en la importancia que tiene él en el entrenamiento para los demás. No piensa en la desmotivación que puede provocar en sus compañeros incluso en el profesor, que “por obligación” siempre tiene que estar.

Una vez hace muchos años, cuando mi alumno Manuel Orgaz se entrenaba a diario, le oí decir a sus compañeros: “si un día que he quedado con el maestro llego al club y no está, me jiño porque seguro que le ha pasado algo…”

El profesor de Judo francés Juan Cotrelle, hablando de la relación del profesor con su judoka decía que había tres niveles: cliente, alumno y amigo, y los alumnos como pagan su cuota se consideran clientes, y como tales con derecho a elegir entre ir o no ir, sin darse cuenta de que cuando han pasado a la fase de alumnos, tienen una obligación cuando menos moral, con sus compañeros, el club y con su profesor.

Y es este alumno desmotivado por la ausencia de sus compañeros, el que a los pocos días, falta también a un entrenamiento sin razón aparente alguna. 

¿A quién has invitado hoy? Pregunto a Santi.
Santi es el cadete que llega primero cada día, se sienta a hablar conmigo y me enumera a sus compañeros que le han confirmado por wasap que se van a pasar.

En ocasiones hay adultos que se ponen de acuerdo para acudir a entrenarse. Cuando se produce esta situación y se juntan todos realizan un entrenamiento importante, pero si quedan para otra actividad coincidiendo con el tiempo de la sesión y van a faltar, deberían comunicarlo a todos sus compañeros de entrenamiento, incluso al Profesor, para que todos supiéramos a que atenernos.

¿Y si no viene nadie? Digo a Santi cuando se acerca la hora y no ha entrado ninguno de sus compañeros.

Porque el entrenamiento lo hacen ellos. Los profesores tenemos que marcar las pautas de lo que se va a trabajar. Tenemos que tratar de introducir en el entrenamiento a nuestros alumnos y estos una vez puestos en canción, ponen su actitud, interés, intensidad y esfuerzo. 

De todas formas para el profesor de Judo en el momento de impartir la sesión, los alumnos importantes son los que han asistido y es a ellos a los que se debe, y aunque quizá se haya desmotivado porque los que esperaba que fueran a estar no han acudido, tiene que dedicar, procurar y hacer que el entrenamiento resulte satisfactorio para todos. 

Y los judokas tienen que colaborar y querer entrenarse. Porque para que un entrenamiento pase a ser un “pedazo de entrenamiento”, hace falta que todos pongan de su parte, porque un buen entrenamiento es labor de todos.

15 de diciembre de 2013

El saludo - ZA REI y RITSU REI

Un saludo es el primer contacto que tenemos con los demás, ya sea al coincidir con alguien o al comienzo de cualquier actividad colectiva. El saludo implica varias cosas. La presentación muestra la imagen que damos de nosotros mismos, la que va a permanecer en el espíritu de quien encontramos y que, en general, marca el rumbo de la relación. El saludo implica respeto y una oferta de colaboración al empezar ese contacto y agradecimiento al finalizarlo.
Ha de ser sincero y correcto.
El saludo de judo es al mismo tiempo una señal de identidad, de compartir una idea común.
Por eso debemos conocer su forma exacta.
Tenemos dos tipos de saludo. Uno más formal, más protocolario, reservado para ocasiones especiales como el inicio de una clase o el comienzo de un Kata.
Partimos de la posición Chokuritsu y deslizamos el pie izquierdo hacia atrás sin levantar los dedos del suelo y, flexionando la rodilla derecha, colocamos la rodilla izquierda en el suelo a la altura del pie derecho. A continuación desplazamos el pie derecho hacia atrás y colocamos la rodilla derecha a la altura de la rodilla izquierda.
La postura para este saludo es la de sentado en los talones.
La posición ha de ser cómoda, lo que viene dado por la costumbre o el hábito de la misma. La espalda está recta, los dedos de los pies extendidos y ligeramente cruzados unos sobre otros, el cuerpo levemente insertado entre los talones y las rodillas separadas. Las manos se colocan en la parte superior de los muslos y la vista se dirige a la persona a la que vamos a saludar. Los brazos, relajados, con los codos pegados suavemente al el torso. Para saludar las manos se deslizan por las piernas hasta el suelo, formando un ángulo recto, al tiempo que se inclina el cuerpo sin levantar las caderas. Tras unos segundos de inclinación se vuelve por el mismo camino y se recupera la postura.
Esto se llama ZA REI y la postura se llama SEIZA.
La otra postura de saludo, que llamamos TACHI REI o RITSU REI, es el saludo de pie. Se utiliza en ocasiones menos formales, al entrar o salir de la sala de judo, al entrar o salir de la zona de competición, al empezar o terminar un encuentro o un ejercicio con un adversario o un compañero o en cualquier ocasión que requiera un saludo cortés pero más informal que el ZA REI.
No obstante, el saludo de pie tiene también su forma específica y simboliza igualmente respeto, amistad, agradecimiento, invitación a practicar o despedida.
Por eso la corrección en su ejecución es imprescindible. La actitud del judoka que saluda ha de ser amable pero firme, el cuerpo recto y los pies juntos, en señal de paz, no adoptando la posición de pies separados que indica estar preparado para el ataque o la defensa. Las manos, a lo largo del cuerpo, a los lados de los muslos, pasan delante de estos, bajan casi hasta las rodillas mientras el tronco se inclina en un ángulo de unos 30 grados. Esta inclinación se mantiene unos segundos y luego se vuelve la posición anterior.
No olvidemos que estas formas de saludo son parte de la tradición de nuestro deporte y que son señas de identidad para los judokas. Son el reflejo de nuestra mentalidad y una referencia al origen japonés de nuestra disciplina.